Berta Camaleón

Cuando salió del huevo, Berta debía pesar como 2 gramos. Tras liberarse del correoso cascarón, consiguió trabajosamente abrirse camino en la tierra que cubría el nido donde su madre había dejado la puesta y se encaramó rápida por la primera planta que tuvo a mano, empujada por un programa innato hacia espacios donde poder encontrar su primera presa. Los camaleones no son como los cocodrilos. La madre ni los vela ni los cuida. Si eres camaleón, te tienes que buscar la vida desde el primer día.

Cuando Berta apareció por mi duranta florecida, supe inmediatamente que era lista. La duranta es la planta de mi jardín que más bichos atrae. Si no tenéis una duranta, no sabéis lo que os perdéis. Esta maravilla tropical florece esplendorosamente en racimos de florecillas púrpura intenso y atrae mariposas, moscardones y otras vistosas creaturas. Nuestra Berta vio que era un terreno de caza ideal. No sólo eso, sino que Berta se veía bien alimentada, mas bien rellenita, vaya. Llegó con experiencia.

Cuando un camaleón te honra con su visita, pasa que estás mirando la tele y la duranta se ve por la ventana justo detrás de la pantalla, y te das cuenta que estás prestando más atención a tu visitante que a la tele, a pesar de la enorme pantalla. Y luego pasa que Berta no está sola, que hay un segundo visitante. Si habéis leído mi entrada de junio, sabéis que por este jardín circulan camaleones cada verano, y que considero esto una gran suerte. Berta y su colega hacen los camaleones números 5 y 6 que hemos visto este año.

Pero esta es la primera vez que hemos tenido dos en casa simultáneamente. El pequeño delgaducho se reveló tímido y agresivo si nos acercábamos, bufando y abriendo la boca para mostrar sus dientecillos serrados de manera amenazadora. Por eso, para observarle y fotografiarle en su interacción con Berta, me dije que mejor el teleobjetivo y distancia.

La verdad es que resulta difícil saber si estos dos estaban en plan hostil o amistoso. No se llegaron a pelear y de hecho por momentos se acompañaban en sus desplazamientos. Algo se estaban diciendo, esto es obvio, pero que?

A Berta la bautizó mi amiga Carmen, quien también encuentra fascinantes los camaleones. El delgaducho no recibió nombre alguno porque le perdimos de vista tras un par de días y no dio tiempo. Le vimos deslizarse por las barandillas hasta que consiguió aferrarse a una rama de buganvilla y desapareció por entre el ramaje. Creo que lo voy a dejar así, anónimo, también porque no tengo completa seguridad de que sea un macho. Igual le damos un nombre masculino y se ofende. Honestamente, tampoco tengo total seguridad de que Berta sea hembra! Es difícil sexar los camaleones, sobre todo sin agarrarlos y mirarles bien las partes nobles. Pero en fin, Berta se queda con Berta y, como decía mi bisabuelo huertano, «si he molestao, muchas gracias».

Berta ha pasado cinco días merodeando entre la duranta y la wisteria, con ocasionales paseos por la barandilla vecina a nuestro mini estanque y sus papiros. Tenemos una vaga esperanza de que (si es que efectivamente se trata de una hembra) elija cavar su nido-cueva  en el jardín y que podamos un día tener la fortuna de ver a bebés camaleón merodeando por nuestras plantas. Será difícil. Berta, como sus congéneres, no tiene una escama de tonta. Sabe que le conviene pasar desapercibida.  No en vano su especie reina en el arte del camuflaje. Sabe que la tenemos fichada y aunque le hemos dado prueba de que somos pacíficos y no queremos meterla en ningún terrario, me pone caras de inmenso fastidio cuanto le apunto con la cámara. Igual ya se ha ido, no la vemos desde ayer.

De modo que, buena suerte a Berta y a sus (posibles) bebés. Si no ellos, esperaremos impacientemente a que otros camaleones nos sigan honrando con su presencia en nuestro jardín. Gracias a ellos aprendemos cosas y la fascinación por la naturaleza sigue creciendo. Algo que no tiene precio.

 

2 comentarios en “Berta Camaleón”

    1. Jaja! Dos dias después de escribir esto reapareció, pero decidimos ayudarla a huir, porque esta vez nuestra Mimi Gatica le echó el ojo cuando andaba paseandose de nuevo por la barandilla. En las plantas se camufla, pero en la barandilla, como se ve en las fotos, no hay manera, y no tiene escape ya que los gatos circulan por ellas. Asi que se hizo necesario ayudarla a huir por la buganvilla para salvarle la piel.

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