Me hacía ilusión tener a una mantis por mascota. Esta individua parda la encontramos en la pared norte, donde Mimi Gatica se disponía a despacharla. Dada su actividad benéfica contra bichos dañinos, inmediatamente la rescatamos del ataque de la Gatica y la contratamos para que montase guardia en la plumeria. El contrato incluía obligación de posar, y lo hizo muy bien.
Al poco, tuvo su primera oportunidad de demostrar dotes de cazadora. Lamentablemente, se trataba de una chinche, cuya desagradable defensa tóxica es algo que nuestra mantis, al parecer, no había experimentado hasta entonces. Las chinches de campo secretan un líquido repelente para defenderse de los predatores. Y además anuncian su toxicidad con colores vivos. Pero nuestra mantis, de esto claramente no tenía ni idea. Con la cámara a mano, pude captar la desagradable lección en un corto clip, para compartirla con vosotros.
Lamentablemente, la lección le sentó fatal. Hoy andaba por la tierra de la maceta más bien decaída, reptando miserablemente como si le faltaran las fuerzas. Sic transit.