Septiembre, mes de mis amores

Acabado el agobio caloril de Julio y agosto, llega el mes de la contradicción. Los que tienen retoños, ven aliviados como las creaturitas pasan de sus manos a las de sus pacientes maestros al menos 6 horas al día. Qué bien. Pero a ellos también les supone volver al trabajo, lo cual no siempre es una perspectiva halagüeña. Y para los que andan apretados de billetera, que son la mayoría, el coste desvergonzadamente prohibitivo de los materiales escolares, sobre todo los libros de texto, resulta un verdadero dolor de cabeza.

Pero yo nací en septiembre, y siempre he adorado este mes, aunque me tocase llegar el último día. Ya hemos tenido un chaparrón enorme, que seguramente es una cabañuela digna de atención. Pero la verdad es que no tengo idea de lo que anuncia, debería habérselo preguntado al Tio Pepe, que de esto sabe mucho. Sea como fuese, las lluvias del 29 de agosto han provocado un pulso de crecimiento en el Jardín, y está precioso, lleno de flores y brotes nuevos.

La imagen mi Patrona ya está en la catedral, a la que llegó a hombros de los devotos eludiendo la lluvia por poco, y la Feria está en marcha. Confieso que hoy por hoy, el barullo y el gentío no me atrae como en mis tiempos mozos. Disfruto de mi propia feria, con unas noches frescas y luminosas, con las lunas rojas sangre típicas de la pre-cosecha. Es cuando se está de maravilla sentada en la terraza, al fresco, y envuelta por el perfume embriagador del Galán de Noche, que está a reventar de flor. Si además, resulta que la noche se puebla de juegos de luces entre la luna llena y las nubes, qué más se puede pedir. De muestra, un botón:

Murcia es tierra de luz, todo lo que Bruselas, con sus muchas bellezas y virtudes, nunca fue. Mi color preferido es el azul noche Murciano, ese que se ve a la media hora de esconderse el sol. En estas imágenes, hay un atisbo de ese tono maravilloso en el azul que crea la luminosidad de la luna llena al centro del halo rojo que la rodea, y que se filtra entre los recovecos de las nubes. A veces, cuando pensamos en la luz Murciana, pensamos sólo en la estampa diurna. Otras veces, es de noche cuando se puede apreciar el privilegio de vivir bajo estos cielos.

No quiero despedirme sin mostraros esta abejita blanca (en realidad un himenóptero cuya especie aún no he conseguido averiguar) que jugueteaba a brincar y esconderse entre los pétalos de una de mis rosas olorosas. A este bichín ya pude fotografiarlo entre las florecillas del Alisun. Con el rojo de la roja de fondo, compone una imagen muy cuca que creo que os gustará tanto como a mi.

Disfrutad septiembre, porque aparte de todos los pros y contras que nos hemos creado los humanos, es un mes delicioso, en el que el sol se baja del cenit y empieza a alumbrarnos desde un ángulo más amable, que aviva los colores con el punto justo de contraste, mientras las hojas empiezan a cambiar de color, anunciando los ocres y rojos del otoño. Las noches refrescan y podemos de nuevo, tras semanas y semanas de sofocos, dormirnos abrazados el uno al otro.

2 comentarios en “Septiembre, mes de mis amores”

  1. Querida Fuen, cuanto me gusta leer tus sentidos comentarios sobre Murcia, su entorno y lo que te sugiere. Ya sabes que te quiero mucho, pero además ahora me admira el derroche de sentimientos que expresas. Mil besos.

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