Cuando vivía en Bruselas, tenía muy cerca inmensos bosques de hoja caduca que en otoño se ponen impresionantes de color. Aquí vivo rodeada de pinos y otras plantas siempreverdes. Es cierto que tengo un granado, una morera blanca y una parra virgen que se tiñen de vivos ocres y rojos por estas fechas, pero a veces echo de menos la estampa de color otoñal del norte. Hay pocos sitios en Murcia donde ver esos colores. Uno de ellos es el parque de las Fuentes del Marqués, en Caravaca. Carmen quería ir y Angeles conocía bien el sitio. De modo que allí nos fuimos las tres con nuestros respectivos el pasado fin de semana, yo con la cámara en ristre, y Paul con la mochila aprovisionada de bocatas y un termo con té (faltaba más!).
Al llegar nos encontramos con unos policías organizando un tráfico impresionante. Pensamos que quizá hubiesen organizado un evento popular, una carrera, una concentración de scouts… Pero no, preguntado por lo que había, el poli se limitó a responder algo socarrón: «Lo mismo de cada fin de semana». Igual pasa que el turno del domingo en Caravaca se lo echan a los chinos. Había varios autocares con críos y otros excursionistas, decenas de coches, familias de picnic con perros, gente a caballo por los senderos. Animadisimo, vamos. pero eso no nos arredró.
Los sitios donde el agua mana de la tierra siempre tienen magia y misterio. El paraje está documentado desde los tiempos de los árabes, lo que no me sorprende. Nadie como ellos (y antes los romanos, todo hay que decirlo) para descubrir, adueñarse y explotar el agua salvadora. A pocos metros de la entrada, se alza una pequeña torre que según la tradición construyeron los templarios. Dice la leyenda del lugar que las fuentes manaban aguas termales en su tiempo, pero que se volvieron gélidas con el trágico final de dos jóvenes amantes, ella mora, él templario. Él usaba un túnel – hoy desaparecido – que llevaba al paraje desde el castillo de Caravaca para ir a verla en secreto al anochecer, en claro abandono de sus votos. Pero una noche les sorprendieron juntos, lo que desencadenó la refriega entre la familia de ella y los compañeros de él. Los pobres murieron atrapados en el fuego cruzado, y las aguas se helaron, como se helaron las mejillas de la bella mora cuando la flecha le atravesó el corazón. Está claro lo que pudo llevar al trovador a cantar esta leyenda. Tras la conquista castellana, el Castillo de Caravaca estuvo efectivamente en manos de los templarios entre 1266 y 1310 (más tarde pasó a las de la Orden de Santiago, a partir del 1344 hasta el s. XIX). En muchas fortalezas, si el terreno lo permite, se excavan túneles secretos como alivio en situaciones de sitio. Un túnel que llevase directamente al principal suministro de agua en la zona no es idea tonta. Se puede estar sin comer mucho más tiempo que sin beber. Es cierto que son 2 km de distancia entre los dos enclaves, que ya es cavar, pero bueno. Como quiera que en las Fuentes hubo asentamientos árabes muy tempranos, los ingredientes de la historia están servidos. Pero queda mucho mejor contado como leyenda, a que sí?
La torre es, leyendas aparte, lo que queda de la hacienda agrícola del Marqués de San Mamés de Aras (s. XVIII) que da nombre al paraje. Alberga un pequeño centro de visitantes que explica la naturaleza de la zona.
El bosque lo forman, entre otros, abedules, alisos, arces, castaños de india, nogales y algunos frutales. De hoja perenne hay olivos y enormes encinas. Hay un prado amplio en el que los niños y menos niños pueden correr y jugar a sus anchas, y alrededor del mismo, varias zonas con mesas para merendar. Los senderos del paseo discurren al lado de los canales que, a pesar de la sequía, llevaban bastante agua. Un agua clarísima, cristalina, que mana de varias fuentes, y en la que viven no solo barbos orondos, sino incluso peces de colores. Este agua abastece de riego los campos de Caravaca y es un bien de uso comunal, y por tanto gratuito. Esto es así desde siempre, según los documentos históricos, a pesar de que las tierras donde manan hayan estado sucesivamente en manos privadas. Suerte que tienen los regantes, ojalá no cambie. Pero sobre todo ojalá que las fuentes no dejen de manar, con la que está cayendo!
A pesar del gentío, no tuve problemas para retratar los colores del otoño sin que se me colara mucho paseante en el encuadre. Había una pareja haciéndose las fotos para el álbum de bodas. No pude evitar captarles en una imagen de lo más evocadora. En un recodo poco frecuentado, encontramos una encina centenaria al borde de un bancal, y mi señor marido no pudo evitar la tentación de treparla como un gato. Al parecer, es zona de gatos monteses, aunque no tuvimos la suerte de ver ninguno. Sí que vimos muchas ardillitas juguetonas, y encontramos cáscaras de nueces que las glotonas dejaban esparcidas a montones. Visitamos por último las cuevas que hay en la cima de una pequeña colina, también de origen árabe. Las excavaron para usarlas como talleres de curtidos u otra industria necesitada de abundante agua.
Fue un paseo delicioso, y me dicen que el sitio es casi tan bello en primavera o verano, cuando abundan los pájaros de trino como el ruiseñor. Habrá que volver! Y para evitar el gentío, si es posible, entre semana.
Mi hermano me dijo una vez que Murcia es como un continente en miniatura. Del desierto a la nieve, del pinar mediterráneo al encinar primigenio, al bosque caducifolio, a los arrozales del río, a la costa casi tropical a cuyo largo pasan migrando en primavera los rorcuales comunes, acompañados de juguetones delfines. Hay vestigios viejos como los del fértil creciente de Mesopotamia en La Bastida y La Almoloya, y apenas descubrimos que, posiblemente, aquellas gentes hayan sido realmente nuestros ancestros, los de todos nosotros, los de la entera población española. Por si fuera poco, también acaba de publicarse que en Murcia se halla uno de los últimos reductos europeos de los Neandertales. Esta es realmente una tierra mágica y misteriosa.
Aquí os dejo unas cuantas de mis imágenes favoritas de este día encantador de otoño Murciano.
gracias, fuen, por descubrirme este paraje maravilloso de nuestro querido continente…que pronto visitaré.