La Sequía

La Niebla Rojiza del atardecer de otoño, me hace pensar en el Sahara

Dice la tradición que mi patrona la Fuensanta lo es también de la ciudad de Murcia por haber demostrado gran poder contra la sequía. Hace ya muchísimos años, sus devotos, seguramente guiados por la estrecha relación de esta imagen con el agua (de la fuente que le da nombre) decidieron acudir a ella en rogativa. Fue traerla a Murcia en romería y zás, lluvia de tu cielo (que diría el amigo J.L. Guerra), incluso dicen que llegó a nevar! Como quiera que lo de la romería pro-lluvia volvió a funcionar en más de una ocasión, la pequeña y linda Arrixaca terminó por ceder el patronazgo y se retiró discretamente a una capilla secundaria en San Andrés, si bien continúa teniendo muchos y muy fieles devotos.

Como todos, estoy muy preocupada porque no llueve. No llueve ni a tiros. No sólo aquí, sino en ninguna parte de España, o casi. Desde mi vuelta a Murcia, he visto dos octubres pasados por agua. Fueron tremendas gotas frías. La primera nos obligó a tapar tremendas goteras en casa (que felizmente no han reaparecido). La última fue aún peor, y nos dejó boquetes en el jardín, inundaciones brutales en el valle, taludes desmoronados en casi todos los caminos del monte, decenas de árboles caídos, sin contar los muchos muros de contención de terraplén hechos a la murciana (es decir, con palicos y cañicas) que se derritieron en migas por todo el vecindario. Pero este año, nada, apenas unas gotas ya olvidadas desde hace semanas. El jardín parece no estar sufriendo mucho. Al contrario. La temperatura es suave. Hasta la Plumeria está aún echando flores, y no da signos de sufrir, cuando por estas fechas, seria lo normal que ya hubiese tirado un montón de hojas. La parra virgen no ha enrojecido aún. Con poco riego, las plantas parecen felices y no hay mohos (odio los mohos). Al menos eso.

Mi hermana mayor me cuenta esta historia murciana: una vez fueron unos devotos a pedir permiso al obispo para sacar a un santo, o era una virgen? en rogativa para que lloviera, y el obispo va y les dice, mirando al cielo: no veo yo que tenga muchas ganas de llover, pero si queréis sacarla, sacarla. Cool. Me da que, con el cambio climático encima, no va a haber ganas de reeditar la romería de la patrona para pedir agua. Los tiempos cambian, como los obispos.

Cuando pienso en el agua salvadora, pienso en una historia envuelta en leyenda, de tierras muy lejanas, tan lejanas como la antigua Ceilán, hoy Sri Lanka, un país que he visitado dos veces y que, para mí, es el más bello del mundo. Me voy a poner un poco pedante y deciros que no pronunciéis el nombre como los perullos de la tele, que dicen ESRRRI LANKA. No es así, por favor. Se dice SIRI LANKA, o mejor, SHRI LANKA, pero si ésto es duro de pronunciar, pase el anterior, pero no el de los perullos de la tele, vale? Un poco de respeto, caray! Que bastante tengo con darle la vara a mi Paul para que diga Murcia y no Mersia.

Decía, en Sri Lanka vivió y murió Arthur C. Clarke, buceador de pro y profeta visionario. Él escribió muchos libros excelentes, pero uno en particular que es todo un referente para mí. Se llama Las Fuentes del Paraíso. y si no lo habéis leído, no sabéis lo que os perdéis. En él cuenta – en uno de los varios apartes de la trama principal – la historia que quiero repetir aquí. Él la novela, cambia los nombres, pero todo tiene una base real. Los anales de la Isla nos cuentan que Kasyapa I, era hijo del rey Dhatusena. Le nació de una concubina de alto rango, y por un tiempo fue el heredero designado….. hasta que la reina pudo por fin darle al rey un hijo varón, Mogallana. Los dos chicos crecen juntos en armonía, pero ya adulto, Kasyapa decide que no se conforma con su rol de segundón, se rebela contra su padre y lo depone, y no acaba con su hermano porque éste escapa por pies a la India.

Durante su reinado, Kasyapa construyó el asombroso palacio fortaleza de Sigiriya en la cima de la Roca del León, y al pié de ésta, unos jardines maravillosos, adornados con grandes fuentes que mandaban altísimos chorros al cielo por la presión del agua canalizada desde los estanques construidos en la cima de la Roca. He estado allí, y aún se puede ver el trono que Kasyapa hizo tallar en la roca viva, con los pies colgando del precipicio, para contemplar el espectáculo. Dice Clarke que esos jardines eran el intento de Kasyapa de crear el paraíso en la tierra. Cuando estás allí y ves lo que son meros restos, es fácil creerlo.

La Roca del León, desde los Jardines del Paraíso, Sigiriya, Sri Lanka

Pero sigamos con la historia. Durante años, Kasyapa tiene a su padre Dhatusena prisionero, hostigándole para que revele el escondite de su tesoro, que se tenía por legendario, un tesoro que Dhatusena obstinadamente niega poseer. Hasta que un día, hastiado y ya muy anciano, decide rendirse y mostrar a su hijo su tesoro.

Dhatusena pide que se le lleve hasta un lugar a la orilla del gran embalse que un día mandara construir él mismo: el Kala Wewa, capaz de almacenar 123 millones de metros cúbicos de agua. Aún existe, por supuesto. Allí, baja del carro, se adentra en las aguas hasta la cintura, y volviéndose hacia su hijo, le dice: este es mi tesoro.

Kasyapa, un loco genial pero iracundo, entra en cólera al oír esto y manda matar al pobre Dhatusena emparedándole en el muro de la presa. Hay que ser más malo que picalima! Pero el destino nunca es amable con los parricidas. Kasyapa murió miserablemente, suicidándose tras ser derrotado por los ejércitos indios Tamiles de su hermano Mogallana, vuelto del exilio 12 años más tarde.

Sri Lanka es un país tropical, donde llueve muchísimo, cada año, por los monzones, y donde las tierras altas, allí donde los británicos asentaron sus mansiones entre inmensas plantaciones de té, están permanentemente envueltas en nieblas y escarcha. Si hay algo que no falta en ese país es el agua. Aún así, reyes de hace más de 1500 años supieron entender que era vital controlarla, el agua sin la cual todo lo demás no importa. Ni oro, ni lujos, ni coronas, ni nada.

Aquí en el Jardín, sucedió algo no muy distinto. Sólo unos tres siglos después del reinado de Kasyapa, aquí vivían unos musulmanes que entendieron que esta tierra de aluvión del valle del Segura es fértil como pocas, y que de usar el agua preciosa con tino, este valle podía ser un verdadero paraíso. No hicieron monumentales fuentes, pero sí que hicieron la Contraparada, y una red de acequias que aún funcionan y cuyos ramales y derivaciones están por todos lados, bien que la mayoría soterrados, como arterias y capilares que alimentan el cuerpo vivo de la huerta. Tal fue la grandeza de esa visión y del trabajo puesto en conseguirlo, que por muy devotos que sean los murcianos de sus católicos iconos, aquí a los «moros» se les reconoce y respeta, y muchos tenemos orgullo de presumir de que quizá corran por nuestras venas gotas de sangre moruna.

Hemos tenido muchas sequías, y quiero creer que también saldremos de esta. Tengo recuerdos muy vivos, de pequeña, de cuando mamá llenaba la bañera porque iban a cortar el agua. Lo hizo muchas veces. Y aquí estamos. Pero eso son recuerdos de antes del trasvase. Lamento que con los medios que hoy tenemos, quizá hayamos perdido la sabiduría de los ancestros. No soy ingeniero, como el Dr Morgan, el protagonista del libro de Clarke – que de nuevo os recomiendo.  Él, que ya fuera el artífice del Puente sobre el Estrecho de Gibraltar, consigue construir su obra magna contra viento y marea, entre otras cosas gracias a que sus oponentes, los monjes budistas del Mahanayake Thero, caen derrotados por otra leyenda bellísima. El libro es una excelente – y divertida – ilustración de la dialéctica entre religión, civilización, ciencia y progreso. Es también curioso y poético que al Dr Morgan lo financien los jeques de Arabia, los cuales, en ese mundo ficticio, organizan una gran regata anual en el Lago Saladino. El agua, siempre el agua.

Mi padre decía – tened en cuenta que nos dejó hace más de 15 años ya – que una de las cosas que más le sorprendían del «progreso» de la humanidad es que hubiésemos llegado a este punto y que no fuésemos capaces de garantizar que nadie pasa frío ni hambre, ni calor. Cuando lo piensas….

3 comentarios en “La Sequía”

  1. Espléndido. Gracias hermana. Según alguna asociación de agricultores, el porcentaje medio de pérdida de cosechas para 2018 (porque la sequía, de persistir hasta diciembre impediría la siembra) podría ser del 30 % en toda España. Si en Murcia fuera superior (como es de esperar), imagínate el desastre económico. Hay que sacar a la Virgen y todo lo que sea menester. ¿ No habrá un chamán lluviero en Shri Lanka que se quiera pasar por Murcia ?

  2. Que agradable leer tus reflexiones!
    No sé si es más disfrutar aprendiendo o aprender disfrutando, el resultado es un enriquecimiento placentero qie pasa por el corazón. Gracias

  3. Muy bonita reflexión sobre la importancia del agua en nuestra tierra. Yo ahora estoy mas concienciada por el campo que han puesto en producción Raul y Ani y que deben sacarle fruto pues tienen 4 préstamos que pagar. Lo ideal es que lloviera y poder decir como hacen los huertanos cuando ocurre «llueven billetes» . Esta tierra debe hacer lo posible para que el Trasvase no cese pues, estructuralmente, en Murcia hay un déficit crónico de agua y sería un auténtico desastre que no viniera ese agua tan necesaria. Besos mil mi querida hermana bloguera.

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