No ha hecho más que empezar, y ya estamos aplastados de calor. Las plantas, en general, ya no están tan contentas. El ejército de minadores ha llegado a los limoneros, y mi dodonea que aguantó bravamente el año pasado, quizá éste no sobreviva. El problema ha sido la falta de transición. A las plantas no les gustan los cambios bruscos, y el verano ha empezado con una ola de calor tremenda. La buganvilla se peló entera, y tenía las hojas arrugadas y medio mustias, pero parece que se recupera. Hay que llevar cuidado de no regar en exceso, porque eso puede en ciertos casos agravar el problema. Cuando sopla el viento, en medio de la solanera de la tarde, las hojas pierden agua muy rápidamente. Ese agua se repone por difusión química desde las raíces, y tarda un tiempo. Entre tanto, la hoja puede secarse completamente, por mucho que riegues. Y si la hoja no tira de la corriente, el agua se estanca en las raíces y las pudre. Por eso, aquí toca tener plantas que sean capaces de retener bien el agua en las hojas. Como ya he dicho muchas veces, el Jardín es un aprendizaje constante y sin fin.
Pero también hay buenas noticias. La Plumeria ha florecido. Y huele de maravilla. Me alegro, porque lo pasó fatal este invierno. Pero ahí está, con sus hojas y ramas nuevas, y con las flores que las Tahitianas usan para hacer sus collares Lei. Es preciosa.
El jazmín de Madagascar también está boyante, y eso que no dábamos un duro por él. Este invierno le atacó un hongo o un virus y hubo que podarlo severísimamente, pero ahí está, tenaz, florido y fragante.
En sus ramas encontré un par de chinches rojinegras apareándose y no pude resistir la tentación de molestarles (Sorry!)
Al atardecer es buen momento de regar, abonar, limpiar etc, cuando el calor afloja un poco. Aqui en el monte las noches aún son bastante refrescantes ahora en junio. Hay bichitos que aparecen a esa hora, como ésta polilla minúscula que no había visto nunca. Tan pequeña que creí que era un mosquito tigre, menos mal que no. Con mucho cuidado, le pude acercar la lente mientras se reposaba en una hoja de lantana. A lo más, mide unos 5 mm de envergadura.
Esta es la mariposa Iphiclides, de la cual tengo una crisálida en un tarro, esperando a que eclosione. Este otro ejemplar estuvo un buen rato libando en las flores de duranta y me permitió fotografiarla a placer, con lo que pude buscar encuadres muy lindos y afinar el enfoque.
Y por último, una mariposilla pequeña, que resulta ser una mala plaga para el geranio. Esto lo he sabido al buscar su identificación en la web. Así sé que tengo que inspeccionar mis geranios y darles con jabón o con Natria por si acaso. Foto linda, mal bicho.
Las cosas lindas del jardín ayudan a soportar los calores!