El regalo del Mediterráneo (Menorca, I)

Y el caballo se dijo: a ver si de un vez se la dan, que me aburro.

Mis amigas me han castigado a viajar a Menorca por haber hecho la travesura de casarme. Y mi hermana, que es fan de la isla, se dice celosísima porque hubiese querido enseñármela ella. Que puede hacer una en respuesta a tanto cariño?

Las islas son siempre especiales, si bien confieso que conozco más islas foráneas que nacionales, cosas del buceo y de la pesca. Esta isla es una tierra antiquísima, y llana, salvo por el monte del toro. De la llanura central, caminos de carros bajan serpeando entre los pinos a caletas de un azul indecente. Y por arriba, vuelan las rapaces en circulos lentos, mientras las garzas pasan rápidas en bandada. Esta es una isla de pájaros.

Aqui en el Sant Ignasi tienen un corral con pollos y pavos reales. Uno de éstos últimos se llama, curiosamente, Ignasi. Se sabe que es él por dos razones. Primera: es el que chilla como un descosío, especialmente durante las calores de la siesta. Y segunda: ha aprendido a venir a la hora de la cena al comedor a reclamar su cotidiana galletica. Los franceses de la mesa de al lado le preguntan al camarero si el pavo pica, y yo me quedo con la anécdota como es natural.

Solo llevamos un dia aquí y casi nos peleamos malamente, porque mi dueño y señor lleva el coche veloz como un menorquín por los caminos de carros sin querer enterarse de que las matas que crecen en los resquicios de los muretes van raspando la carrocería, y yo, encogía En un gurullo en el copiloto, rezando porque no nos aparezca alguien de frente. Y yo qué culpa tengo si se me escapa un gritito ridículo cuando nos topamos con alguien que viene de frente a la vuelta de una curva? Otra gente tiene miedo irracional a las cucarachas o las arañas, o a los candados o a los payasos. Yo le tengo un miedo cerval a la velocidad, ya lo tengo claro. A ver, por qué no se puede ir despacio por la vida? Por qué diantre tienen los insulares que correr tanto? Por si no lo sabes, lector, mi Paul es insular, como buén británico, pero es que de genes le viene ser insular de isla aún más chica, o sea Irlanda. Pero pase, por islas de ese calibre vale aún que la gente quiera llegar pronto a lo que está lejos. Pero aquí? Y en Cerdeña? y en la misma Male, capital de Maldivas, donde a pié se va de punta a punta en 15 minutos. Por qué tiene una que sufrir el susto de que casi le mate un taxista que va a cien?

Tres ejemplos entre muchos más que me van volviendo a la memoria. Por qué corren los isleños? Es cierto que también lo hacen en muchos otros sitios (mi peor recuerdo es de Lisboa, seguido de Costa Rica). Pero en las islas?? Quizá para cuando llegue la hora de dejar Menorca, esté más cerca de la respuesta. Hala, ya tengo un primer tema de reflexión para meditar de cara al azul hipnótico del mar de esta isla.

(Continuará)

P.S. Si tenéis una idea o sabéis sin más la respuesta, compartidla en un comentario!

PPS: Mi Paul conduce muy bien y en 11 años no ha le ha hecho ni un roce al coche, mientras que yo, si (una vez solo, eh? Y fué en un parking belga, después de una cena con traicionero sake, y más que un rallajo fué un señor bollao). Me protesta que él no corre, y es probabilisimo que tenga razón.

 

1 comentario en “El regalo del Mediterráneo (Menorca, I)”

  1. Se me ocurre que cada vez te tienta más (no sería de extrañar) escribir (canciones, relato, poesía….). Maravilla de textos hermana. Gracias. José

    PS 1. No os perdais Macarelleta !
    PS 2. La lentitud es un valor añadido en la cuenta de la calidad de vida.

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