Hace poco tuvimos una reunión familiar con ocasión de la boda de una de mis sobrinas. Ella me pidió que fuera su fotógrafa ese día. Fue todo muy bonito y extravagante, pero bastante más trabajo del que imaginaba. Hoy día, los fotógrafos de boda son casi el motor de la industria fotográfica. Es un negocio de billones. Ahora veo claro lo exigente que es esa profesión y cómo se justifica que sea tan especializada. Yo soy una pobre amateur, pero creo que mi niña y su marido están contentos con mi trabajo, y eso es lo que cuenta.
Sucedió que en esos mismos días de la boda, mi Gatica se me perdió. Nunca se había alejado más de un par de horas, de modo que cuando faltó a su cita matutina para pedirme el desayuno dos días seguidos, nos dijimos que algo no iba bien. El sábado por la mañana hubo un terremoto muy cerca de casa. Yo no me enteré, estaba durmiendo. Pero al parecer fue de unos 3 Richter y mi hermana y vecina sí que lo notó y empezó a mandar mensajes de alarma. No fue a más, pero me pregunto si mi Gatica estaba por ahí merodeando y se asustó, y se desorientó. La esperamos el domingo todo el día, pero nada. Siempre recordaré las sensaciones que tuve en esas horas. Gem y Gene nunca se han perdido en los 6 años que llevan con nosotros. Así que todo esto era muy nuevo para mí. Lo pasé fatal, lo confieso.
Y es que la Gatica es pequeñica. Yo sé que ella es muy lista y sé que miles de gatos viven en la calle por sus medios en esta zona, tan tranquilos. Pero me daba una inmensa tristeza imaginármela sola, perdida, chiquitica ella, queriendo volver a su casa y sin saber cómo hacerlo. Hambrienta, como siempre lo está, y amenazada quizá por algún perro asilvestrado, que también merodean por la zona.
Salimos a buscarla por todo el barrio. Aquí siempre hay paseantes, que seguro entendieron inmediatamente que estaba buscando a mi mascota perdida cuando me veían caminar y llamarla «Mimi!, Mimi!» cada 10 pasos.
Encontré callejuelas estrechas entre las casas que ni sabía que existían, por las que apenas cabe una bici. Retazos de un tiempo donde solo los pudientes tenian coches, y a la gente en general no le importaba tener la puerta a un metro del muro del vecino de enfrente. Retazos de morería o incluso de tiempos mucho más antiguos, que aún sobreviven escondidos entre la maleza y los escombros.
Me dí cuenta de los mil pasajes por donde los gatos discurren entre nuestras casas sin importarles lindes, ni vallas; del millón de escondrijos que se les ofrecen en cada manzana, y los múltiples mundos ocultos que toda esta maraña de obra humana, matojos, jardines y huertos pueden conformar y que nosotros, la gente, tenemos delante mismo y no vemos. Buscar a mi gata me llevó a descubrir dimensiones nuevas de mi entorno, y aunque triste, no pude evitar esa fascinación.
Pero la Gatica seguía perdida. Al día siguiente pedí ayuda a las chicas de Bastet, que inmediatamente pusieron un aviso en su facebook. Me encantó la reacción de la gente, incluida una chica que escribió allí pidiendo por favor que avisasen si aparecía. Hay ahí una comunidad que comulga con emociones compartidas de afecto por los animales compañeros, con una profundidad de sentimiento que me admira. Todos entendemos lo que todos sentimos, y hay empatía real con la preocupación y la pena por la que podemos pasar, como también compartimos la alegría de las travesuras y genialidades de nuestros pequeñines. Me reafirmo en mi creencia que las personas que aman a los animales tienen siempre un fondo de afectividad admirable y contagioso, incluso para con personas que les son totalmente extrañas. Esto es algo muy muy bello y muy bueno, y hoy día, especialmente en los tiempos que corren, mirar para ese lado es ser más feliz, y más sabio, que mirar hacia la tele y los periódicos, vaya que si.
Mi hermana y vecina me vió muy triste, y nos invitó a mi y a Paul a comer en su casa. Y me dió una sardinilla en un papel albal y me dijo que la pusiera en mi puerta para atraer a la Gatica de vuelta a casa. Pensé que si ponía la sardinilla en la puerta tendría al gaterío del barrio entero en mi entrada, pero aún así, cogí el paquetillo y lo puse en mi umbral. No sé por qué lo hice, fue irracional. Ahí la dejé y me eché un rato, a ver si una siesta me quitaba algo la depre.
No podía evitar pensar en cómo hacer para acostumbrarme a la idea de que a la Gatica igual no la vería más. Supongo que hay muchas maneras de lidiar con una pérdida. Yo aún recuerdo mi vivencia cuando perdí a Mamá, a los 15 años. Mucho más tarde perdí a Papá y para entonces ya sabía lo que es el duelo. El duelo es necesario y bueno, si se hace bien.
En estas estaba, pensando en que tendría que hacer mi duelo. Pensé que darle a tu gato la opción de salir y recorrer el mundo es mejor que obligarle a estar encerrado en casa. Aunque quisiera hacerlo, me sería difícil. Esta casa es abierta y diáfana, el interior y el exterior se conectan sin solución de continuidad. Seria imposible, sin sacrificar esta forma tan bella de organizar el espacio, tener a los gatos controlados. Además, comparto lo que piensa Paul, y es que sería inhumano privarles del disfrute del aire libre (deny them the enjoyment of the outdoors, como dicen bellamente en su idioma). Entiendo a la gente que tiene un gato en un piso, sé que se adaptan, pero yo no podría obligar a los míos a estar siempre dentro, no en este Jardín.
De modo que me dije que mi Gatica es libre de ir y venir, que eso ciertamente conlleva riesgos, pero que la vida sin riesgos no es vida y que para ella otra cosa sería contra natura. Y que lo uno por lo otro, si no volvía, pues sólo me quedaba esperar que se buscara la vida como hizo de pequeñita cuando la recogimos. Esa mañana había ido a ver al vecino, un señor amabilísimo que tiene cuatro gatas. Muy amablemente me abrió su sótano y su casetilla de la depuradora para verificar que mi Gatica no se había quedado encerrada. Me confirmó lo que pensaba,que no era probable que nadie en el vecindario se apropiase de un gato suelo por ahí. Hay demasiados gatos rondando de por libre como para que a nadie se le ocurra tal cosa. Me dijo que sus gatas, cuando eran jóvenes, a veces desaparecían varios días seguidos, pero siempre volvían.
Así que pensando en todo esto se me fue la tarde, cuando de pronto, Paul entró en el cuarto con la Gatica en brazos. La había encontrado con el morro enterrado en el cuenco de la comida, en la cocina. La alegría y el alivio fueron tremendos! La Gatica había encontrado el camino de vuelta a casa. Estaba asustada, a todas luces, a penas se dejaba acercar. La pobre había pasado por un susto mayúsculo. Inmediatamente pensé en la sardinilla que me había dado mi hermana, y llegué a la conclusión de que había sido propiciatoria, un medio por el cual los buenos deseos, el cariño de un ser querido encontraron una vía extraña y mágica de propiciar un final feliz.
Mi Gene se acercó inmediatamente a olisquearla. El pobre también lo había pasado fatal. La Gatica le hace mucha compañía, pero es que además, sé que notaba mi preocupación y tristeza. Venía a frotarse contra mi, y a darme cabezazos afectuosos cada dos por tres. La echaba de menos y compartía su pena con la mía. Y aún hay gente que cree que los animales no piensan ni sienten.
Mimi tardó un par de días en volver a ser la de siempre, a plantarse en mi cama, a mis pies, por la mañana, esperando que me levante para darle su desayuno. Pero ya está todo de nuevo en su orden. Los gatos aman la rutina. Y yo sé que es posible que alguna otra vez, la Gatica se ausente un par de días, pero ahora sé que sabrá encontrar el camino de vuelta.
Ya lo decía Sting – si le quieres, déjale libre.
Quizá si la gente que manda en este país tuviera gatos, y si quisieran a sus gatos, si les entendieran y apreciaran, si compartieran ese fondo de afectividad que disfrutamos los que tenemos la suerte de disfrutar de su compañía, quizá entonces entenderían que la clave para seguir juntos es querernos mucho y respetarnos mucho. Así, los que se quieren ir, igual cambiaban de idea. Nois? Mariano?
Felicemente ben tornata a casa Mimi. Qualsiasi sia la ragione Della partenza adesso sai che Sarai sempre la benvenuta a casa.
Me alegro mucho de la vuelta de Gatica.
Me gusta mucho tu conclusión, pero me temo que no funciona con alguien quién está en la política para curarse sus complejos demostrando el poder.