De todo lo que me ha pasado este año que se cierra, podría destacar muchas cosas buenas, pero creo que lo que me ha marcado más ha sido la llegada de la pequeña Bolita de Pelo. Ella es en gran parte la que me ha tenido entretenida y alejada de estas páginas, y mientras pisotea mi teclado cuando escribo estas líneas, sé que es el momento de contar su historia.
Bolita apareció abandonada en la puerta de una chica en una pedanía del norte. La chica la encontró en su umbral, según dice, empapada y llorosa. Como quiera que deja allí comida para sus gatos – a los que deja salir a la calle – alguien debió pensar que su puerta era un buen lugar para depositar una bebé de días, que o bien se encontraron en una acequia o bien echaron de casa por no querida. Nunca lo sabremos.
La chica en cuestión no podía ocuparse de ella. A los gatitos huérfanos hay que darles biberón cada tres horas, día y noche, hasta que cumplen el mes y ya se les puede alargar el tiempo entre tomas y hacerles que vayan comiendo solos. También hay que estimularles para que excreten y asegurarse de que no se enfrían ya que tan chicos son incapaces de termoregularse. Fue difícil estimar cuantos días tenía cuando la abandonaron, porque le asomaban dientecillos y eso suele pasar a las 2-3 semanas, pero lo cierto es que la gatita tenía signos de que acababan de abrírsele los ojos. Creo que todo lo más, la encontraron con apenas una semana de vida. Si alguien no se ocupaba de ella, no tendría ninguna posibilidad de salir adelante.
En la protectora con la que colaboro me indicaron que estábamos a tope y que había pocas posibilidades de que alguien la acogiera en esos momentos. Era el 1 de Agosto y Murcia estaba más bien desierta.
Así que me convertí en mamá gatuna primeriza, con el apoyo – un poco a regañadientes al principio – de mi admirable Paul. Con su habitual sarcasmo británico, Paul no tardó en ponerle mote a la gatita: Stinky Winky. Stinky alude a que llegó sucia y no olía precisamente a rosas (del verbo to stink, o sea apestar), y winky alude a que como acababan de abrírsele los ojitos, guiñaba y parpadeaba muy a menudo (del verbo to wink, o sea guiñar el ojo) .
Bolita llegó bastante débil, con el morro totalmente obstruído, lo que le dificultaba muchísimo tomar el biberón. Se ahogaba. Como si no fuese bastante desgracia que se las tuviera que ver con primerizos. En mi caso, me aterraba la idea de atragantarla con la leche y que se le fuera a los pulmones. Busqué consejo y miré videos tras video en Youtube. Con Paul, organizamos turnos de biberón por la noche para que ambos pudiésemos descansar mejor. Durante esos días hubo varios viajes al veterinario, lo primero para reconocerla de entrada, y después para intentar que remitiera su infección de las vías respiratorias superiores que, aunque peligrosa, resultó ser lo único malo que trajo.
Un día, tras un estornudo, y al limpiarle las naricitas, vi que le asomaba algo del morrito derecho: un trozo de paja de 2 cm. Con razón no se le terminaba de curar la moquera!
Instalamos a Bolita primero en un baño y después en nuestro cuarto, en un espacio confinado y seguro. Fueron tres semanas muy largas. No recuerdo nada de lo que pasó en esos días salvo las horas dedicadas día y noche a salvar a esta minúscula criatura que nos robó el corazón. Pronto nos quedó claro que no la daríamos en adopción. Como quien dice, al final nos juntamos con cuatro gatos.
Bolita fue creciendo, demostrando muy pronto una personalidad improbable en un ser tan joven y de medios aún tan limitados. Inquieta, curisosísima, atrevida, juguetona casi en exceso. Tiene una mirada límpida de un azul intenso, tan intenso como los ojos de mi Paul. Los dos comparten no sólo color, sino también una expresión alegre y a veces pícara que los hacen irresistibles.
A los otros tres miembros del clan la llegada de Bolita les ha chocado un poco. Mis gatos, véis, estan muy pero que muy mimados. Han crecido creyéndose con derecho a todos los privilegios. Que no les gusta esta comidita gourmet, pues otra. Que quieren camita nueva, pues camita nueva. Que quieren entrar y salir tres veces por la terraza en vez de usar la gatera, pues a levantarse y a abrirles que entren o salgan.
Eso de que venga una mengaja a ocupar territorio y acaparar mimos no les ha sentado demasiado bien. Gem, la mayor, enseguida decidió que la casa se le había quedado pequeña y desde entonces entra solo a comer, si entra. Incluso tras la llegada del frío, prefiere que le saquemos la comida al patio, if you please. Come y se vuelve a su reino en el jardín de mi hermana y vecina. Mimi la tolera pero aún hoy día le bufa si se le acerca. Gene es el único que acepta sus juegos, si bien la nena es tan tremenda que a menudo Gene le huye. Es un pedazo de pan. Bolita se le echa encima cuando está sesteando en su mullida camita para mordisquearle las orejas, y en vez de soltarle un soplamocos para que le deje en paz, lo que hace es irse y dejarle la cama a ella. Bolita le quiere mucho y últimamente se les ve compartir siestas y lametones de enternecedor cariño.
Bolita tiene ahora cuatro mesecitos y es un torbellino. Le encanta corretear por el jardín…. y subirse al árbol de Navidad. Cuatro gatos en casa, ocho años de árboles de Navidad, aquí y antes en Bruselas, y nunca se nos ha subido un gato al árbol… Hasta hoy. Menos más que Bolita es chiquitaja y ligera y no lo puede tumbar. Habrá que ver que pasa el año que viene.
Su pelaje blanco de nacimiento se ha poblado de rasgos dorados y tiene manchitas en la cara que le dan una expresión muy especial. Su ronroneo es atronador y adora sentarse en mi regazo. Por fín, un gato que se me siente en mi regazo cuando me relajo por las tardes/noches en mi sofá y me pongo a hacer ganchillo. Si no fuera por lo que le gusta a Bolita morderme la hebra de lana! Pero siempre he querido tener un lap cat, palabros ingleses que describen a los gatos a los que les gusta dormir en tu regazo. Deseo cumplido.
Mi Bolita ha sido la estrella de mi año, y no podía terminar este 2019 sin contar lo mucho que nos ha dado. La experiencia de criar, y ver crecer y prosperar un ser tan desvalido es algo impagable. Tener a Bolita cerca me trae siempre una sonrisa a los labios. Sólo espero saber corresponder a todo el cariño que nos transmite. Feliz Navidad, Stinky!
Feliz Navidad a todos!
Qué maravilla !!!! Y Esos ojos azules ….hmmmm!!!! Gracias Fuen por este regalo . José
Cuanto amor, y qué capacidad de cuidar y hacer agradable la vida a cualquiera, hasta a los gatitos!!!
Preciosa hermana. Preciosa por dentro y por fuera. Mil besos
Fuensata hai realizzato con Bolita ciò che c’è di prezioso nella vita : il donare Senza restrizioni o calcoli. Ed eccoti ricompensata al 1000+ da quelli splendidi occhi blu. FAVOLOSO