Ayer estaba sentada leyendo y de vez en cuando levantaba la vista del libro para admirar la luz dorada de invierno sobre las copas de los pinos, cuando de pronto creí haber tenido una alucinación: hubiera jurado que una bandada de papagayos acababa de pasar volando visto y no visto por delante de mi ventanal.
No puede ser, me dije. Sé que aquí hay bandadas de periquitos verdes que han prosperado a partir de mascotas que se les escaparon a los dueños. Las he visto sobre todo en las localidades de playa, como Cabo de Palos y también en Campoamor. Pero eso no era una bandada verde, era una ráfaga multicolor.
Le armé el tele a la cámara y salí a ver.
Palomos deportivos, colombicultura, un «deporte» muy tradicional en Murcia. He tenido que investigar para ver cómo funciona, ya que realmente es casi un tema reservado a los iniciados.
Pues fijaos que la sede de la federación murciana de colombicultura está en la pedanía de Patiño, que cae relativamente cerca de mi casa. Esto puede que explique por qué rondan los palomos multicolores por mi barrio y me alegro, porque puedo esperar que se repita el espectáculo.
Lo que no te dice el sitio web de la federación es en qué consiste este deporte (deporte para los palomos, claro). Típicamente Murciano, esto. Para qué lo van a contar, si los que tienen que saber de qué va ya lo saben. Eso sí, hay páginas y páginas sobre calendario de competiciones y formalidades, que son muchas, desde registros de pájaros, árbitros y sociedades locales, a un depósito de palomos que debe ser una especie de garantía para los que quieren vender o intercambiar y que la federación los tenga 30 días en observación o cuarentena (?) o algo. Esto de los palomos está organizadísimo, una verdadera burocracia.
Pero de información sobre en qué consiste el susodicho deporte, nada, cero, zilch, niente, nothing. He tenido que ir a buscar esto por la web, porque mi tío Pepe ya me dijo algo hace mucho tiempo, de que soltaban una hembra y luego a los palomos y ganaba el que se la llevaba a su palomar. Todo bastante vago. Así que decidí investigar a ver, no sin antes anotar que en la página de inicio de la federación vienen las noticias de que la Copa del Rey la ganó en 2018 un palomo murciano de nombre MM93 (que nombre más cool, oiga!), pero la competición entre Comunidades Autónomas la ganó un palomo valenciano que lleva el curioso nombre de «Falta de Amor». Igual ganó porque la paloma de suelta era una buenaza y se apiadó de él.
A pesar de que la colombicultura se practica en todo el país, e incluso en latinoamérica y tal, bien parece que es un invento murciano. La federación española cuenta en su web que los orígenes y documentación más antigua de esta práctica están en Murcia. Se dice que la paloma la trajeron los árabes a la península, y que en tiempos de Alfonso X, cuando se repartieron las tierras de Murcia a los colonos cristianos, se documentaron muchos palomares en las casas y huertas de los moros expropiados. Dos siglos más tarde, en 1488, una carta de los reyes católicos ordena proteger y conservar los palomos y palomares de la villa. A partir del 1773, se documenta el uso de palomos para diversión, ya que en ese año se crea, en Murcia por supuesto, la primera sociedad de colombicultura del mundo mundial. El reglamento de esta primera sociedad divide el territorio de Murcia en tres distritos, ya que había tal afición que hubo que organizar turnos por distrito para que las sueltas se hicieran sin interferir unas con otras.
Y aquí no puedo sino citar verbatim el párrafo de la web de la federación española, que seguramente ha escrito un murciano. No tiene desperdicio:
«Inicialmente, y aprovechando las condiciones enormemente gregarias de las palomas y su gran celo, se empezó por seleccionar machos de gran aspecto físico y porte seductor, que pudieran ejercer atracción sobre las palomas, y así lograr que estos atractivos ejemplares se llevasen al palomar de su dueño, el mayor número de palomas.
Así nació la colombicultura deportiva. Los aficionados a los palomos vieron la posibilidad de desarrollar una actividad lúdica que les proporcionase un entretenimiento que llenase el hueco que había en sus vidas, que discurrían bajo una agobiante monotonía, falta de los muchos alicientes con que cuenta la sociedad actual, ya que, indudablemente, no tenían las múltiples distracciones que ahora disfrutamos.»
Qué verbo! Una obra de arte. Y por fin, llegamos a meollo de la cuestión, cómo demonios funciona esto. Pues bien, tratándose de competiciones de palomos deportivos (hay otras competiciones de belleza/raza, de velocidad etc) que es que se practica mayormente en Murcia, se confirma por supuesto lo que contara mi tío: se trata de criar palomos tan pintureros que se terminarán enamorando a la paloma y llevándosela a su palomar. En una entrada de blog de la web de la junta de Andalucía lo describen muy bien :
«La competición consiste, tras la suelta de una hembra, denominada “paloma de suelta” dotada de una pluma blanca que sobresale en la cola y que la distingue, en el cortejo por parte de los machos que participan en dicha prueba o “suelta” para conseguir llevársela a su palomar o estar el máximo de tiempo con ella. Durante el desarrollo de la prueba de dos horas de duración, se producen diversos lances o situaciones que cuentan para la puntuación final. Toda la suelta es seguida por los aficionados, el equipo arbitral designado al efecto. La zona donde se realiza se denomina “campo de vuelo” y es deseable que cuente con algunas edificaciones y numeroso arbolado.»
Así que, matizamos. Al final el que gana, igual gana por puntos aunque no se lleve a la paloma, porque durante las dos horas, cuenta si vuelas o si te posas y le haces arrumacos a la guapa, mientras tienes a raya celoso y amenazante a los otros pretendientes. Y que vengan los árbitros y lo vean. O sea que puedes ganar por pegajoso, chulo y matón. Aquí hay material para infinitas metáforas, memes y chistes de todo tipo, sin olvidar que esta diversión parece haber nacido del aburrimiento de los siglos pre-tele, durante los cuales, al parecer, la gente sufría de una agobiante monotonía. (qué visión del pasado más de señoritos, no?). Claro que en tema de combatir el aburrimiento esto no se puede comparar con la tradición belga – os juro que esto no me lo he inventado – de meter un pinzón en un cajón cerrado, sentarse en una banqueta al lado del cajón con un bastón y hacer muescas en el bastón cada vez que cante. Eso lo hacen sentados en ristre al borde de una carretera regional en la parte flamenca del país. En sus banquetas. Sin hablar. Sin moverse. Solo esperando a que cante el mirlo. Que no estoy de coña! El «deporte» se llama Vinkensport, y podéis comprobarlo aqui:
https://en.wikipedia.org/wiki/Vinkensport
En fin, si me hubiese autoeducado antes sobre esto de la colombicultura, quizá hubiese podido localizar a la paloma, pero en las fotos que pude tomar ayer creo que solo pillé a los coloridos y esforzados palomos.
Ni rastro de la diva de pluma blanca. Pero hay que ver qué arte cromático tienen los colombicultores para con sus donjuanes palomo. Se supone que el que se la lleva lo hace por la gracia y habilidad del vuelo, indicadores de poder y posibilidades genéticas de estirpe fuerte y prolífica. Evidente, Dr Darwin. Quien mejor vuela, más posibilidades tiene de eludir a las rapaces y dar cromosomas de calidad a más generaciones de pollos.
Sin embargo, no puedo evitar preguntarme si los colorines igual engañan y llevan a la paloma a elegir un palomo fraude. Ven colores, las palomas? A ver qué dice la red. Pues la red dice que las palomas pueden ver colores e incluso los ultravioletas, así que me temo que hay aquí una variable que pudiera interferir en el normal funcionamiento de la selección natural (una no se sacó la licenciatura en biología para nada!). Igual que la paloma no se va con el que mejor vuela, sino con el más vistoso, un poco como la mucha gente mal informada que se cree que uno es mejor persona porque lleva un pin con una bandera nacional, o con un lazo, o porque la/lo cuelga del balcón (perdonad el aparte, no he podido evitarlo).
Da igual – en lo que se refiere a las palomas, quiero decir. El caso es criar bellezones tipo George Clooney o Brad Pitt palomiles de una de las 14 razas fetén que lista la federación, pintarlos más vistosos que un guacamayo y soltarlos a rondar a la guapa durante dos horas de diversión con los amigotes. Hay veces que la guapa es la que se lleva al romeo a su palomar, fíjate tu. Y dice el reglamento que en tal caso, el propietario del palomo seducido lo pierde a favor del propietario de la poderosa hembra. Me parece de justicia! Vente TU a mi palomar, nene!
Ay! Si mandásemos nosotras, igual a los colombófilos les tocaba huir de la agobiante monotonía chupando timbres de puerta (si no sabéis de qué voy, es que vivís en un zulo).
Muchas gracias Fuen. Aprendo mucho y de forma muy agradable leyendo tus textos. Aprendo también sobre tu sensibilidad y tu sentido del humor. Es una alegría cuando descubro una nueva entrega. Y en cuanto a la palomas feministas, tu relato demuestra que cada hembra tiene en su mano decidir ser pasiva o activa.
Querida Fuen:
Has estado genial en tu escrito y además te has tenido que documentar y añades situaciones políticamente directas. Sigue deleitándonos con tus reflexiones bonica.
Besos mil. Mari