Lo de pescar con cebo no lo inventamos nosotros. Lo inventó un pececillo que se llama antenario (o pez sapo, o pez rana, o rape, cuando vive en aguas profundas y frías). En honor a la verdad, hay probablemente otras especies que también practican este arte, pero lo del antenario es realmente especial. El pez sapo es un sujeto muy apreciado por los fotógrafos submarinos. En ciertos sitios es raro poder verlos, pero en Filipinas son muy abundantes. En el caso de Dauin, un pueblito en el sureste de la isla de Negros, se los encuentra a montones. Y allí la especialidad de los guías de buceo es enseñarte minúsculos juveniles de sapo. Si los adultos pueden alcanzar tamaños superiores al de un balón de fútbol, los chiquitines pueden ser tan enanos como una cabeza de alpetón, y son lindísimos. Los sitios de inmersión son generalmente poco profundos, en zonas de suelo arenoso (de arena volcánica negra) cercanos a la playa, que es donde se concentran los juveniles.
Antennarius maculatus
La mayor parte de las veces, se los encuentra apostados, esperando a que algún incauto se acerque a la zona de peligro. Entonces despliegan una espina que arranca encima del morro, y que lleva en su extremo una especie de plumerillo carnoso generalmente blanco impoluto que simula un gusanillo agitándose entre dos aguas (así se mueven los gusanillos marinos cuando no están en contacto con el fondo). Eso es la carnaza.
Antennarius commersoni
La incauta presa se acerca para investigar y cuando está a tiro, el sapo despliega la bocaza, creando una corriente de succión que atrapa la presa y se la lleva directamente al gaznate. Alguno habréis visto imágenes de esto en documentales. Muchas veces los antenarios bostezan extendiendo su osatura bucal incluso cuando no están cazando (o pescando, más bien). Esto también lo hacen otros escórfanos, como los rascacios, e incluso otros tipos de peces, pero en el caso de un pez de forma oronda como la del sapo, el bostezo es mucho más llamativo porque, de pronto, el pez es todo boca!. Los antenarios, además, no están hechos para nadar y se mueven a trompicones por el arrecife, es una escena muy divertida, especialmente si les da por perseguirte en vez de escapar. Hay que decir también que como buenos escórfanos, los antenarios poseen espinas dorsales ponzoñosas, y lo anuncian con colores vivos (no comerme, que pico!). Mejor admirarlos a distancia segura.
Antennarius commersoni, bostezando
Nuestro último viaje a Filipinas fue en abril. Mira que he tardado en revelar y organizar mis fotos submarinas de este viaje, pero es que se cruzaron otras cosas que tenía que hacer. Para lo de las fotos hace falta tiempo y tranquilidad. Es cierto que yo no soy ese tipo de fotógrafo que encuentra un buen sujeto y se pasa la inmersión atizándole flashazos, hasta que cree tener una toma perfecta. Estos vuelven con el disco duro portable de un tera a reventar, de cada viaje. Yo intento no molestar a los pobres animales con más de cuatro o cinco tomas y si no incluyen una perfecta, pues tampoco pasa nada. Aun así, la riqueza de sujetos en los fondos filipinos hace que una tenga que pasarse horas catalogando y procesando imágenes una vez de vuelta en casa.
El dedicar todo este viaje a fotografía macro fue una decision consciente. A nivel técnico, la macro es relativamente más fácil que la fotografía gran angular, para la que hacen falta además condiciones ideales, sobre todo en lo que toca a la claridad y limpieza del agua y a la luz ambiente. Pero qué queréis. Me pirra la macro, ya se ve en la idea inicial de este mismo blog. Y eso que en esta ocasión ya sabíamos que íbamos a poder ver de nuevo sujetos gran angular como los tiburones zorro de Malapascua, y descubrimos con alegría al llegar a Dauin que organizaban salidas en barco a ver los tiburones ballena de Oslob. Pero en ambos casos, decidí sin problemas que dejaría la cámara en puerto y dedicaría esas inmersiones a ver los tiburones con mis propios ojos, y no a través del ocular. Observarlos sin el estrés de encuadrar e iluminar correctamente te priva de la foto recuerdo, pero te ofrece a cambio una emoción intensa que a veces vale mucho más. Tambien es cierto que ya he tenido la suerte de fotografiar ambas especies con anterioridad, verdad sea dicha!
Este fue mi octavo viaje a Filipinas, el quinto para Paul. Diréis que es mi destino favorito. Es cierto, pero todos mis destinos han sido destinos favoritos, salvo raras excepciones. Si pudiera, iría ocho veces a Polinesia, o volvería a la Isla del Coco tantas veces más. Allí el buceo es legendario. Lo que tiene Filipinas, aparte de una vida marina riquísima y colorida, es la sensación de familiaridad que te da el contacto con la gente, y los detalles curiosos, como el que en nuestro desplazamiento desde Dauin a Malapascua (8 horas en coche y ferry) pasamos por Toledo, Ocaña, Valencia, Santander, Oviedo y varios más pueblos y ciudades de nombre español. Creo que ya lo dije en otra entrada, pero en Filipinas, y concretamente la misma isla donde se encuentra Dauin, está la única otra Murcia del mapamundi, una municipalidad al noroeste de Negros que fundó en su día un misionero murciano, y que está hermanada con nuestra Murcia, claro está. El viaje hasta Filipinas es largo, y cada vez me cuesta más asumir el cansancio y las jaquecas/mareos que me causa la sensibilidad al desfase. Pero sigue siendo, dentro de lo que cabe, un destino asequible. Pasa que mi jardín es tan delicioso que cada vez tengo menos incentivos a embarcarme en un avión para ir a la otra punta del mundo, con lo bien que se está aquí! Cosa distinta era el viaje como terapia contra el estrés del trabajo y los cielos grises de Bélgica.
Así pues os presento, por fin, la galería de imágenes de este viaje. Este contenido aparece por enlace remoto en esta página, ya que está almacenado en los servidores de jAlbum, la web a donde subo mis galerías submarinas. Os lo indico por aquello de las cookies y tal. Pero por lo que he podido averiguar, jAlbum no recoge datos a fines comerciales, y sus cookies son para ayudar a la navegación. Las diapositivas que se pueden ver en esta misma página son sólo 24 de las 85 imágenes que integran la galería. Esto es un límite del sistema que no puedo cambiar. Pero pinchando en cualquier momento sobre ellas se os abrirá la galería en la web de jAlbum y allí podréis verla entera a vuestro gusto.
Os invito a hacerlo, y os desafío a encontrar en las fotos animalitos que se cuelan en ella de rondón. De cerca veo fatal, mis gafas de bucear llevan lentes de presbicia, pero hace años que no las cambio y ahora veo menos que antes. Puedo encuadrar bien, pero cuando revelo las fotos me encuentro siempre bichitos que ni imaginé estar fotografiando. Es divertido. Hay gambas esqueleto y otras gambitas de tamaño menor que el de un grano de arroz, hay amfípodos que asoman de los tubitos que se hacen con arena y secreciones para vivir, sus cabecitas, coronadas por largas antenas, medirán menos de 1 mm de ancho. Hay pececitos escondidos que sólo se sabe que están ahí si localizáis un ojo. El fondo arenoso, el arrecife, concentran más vida por centímetro cuadrado de la que nadie se pueda imaginar. Es para volverse loco. A ver cuántos fotobombers sois capaces de detectar.
Espero que os gusten. Paciencia con el vídeo. SI revelar fotos es trabajoso, no veáis lo que es editar clips. Aún tenemos pendiente el de Indonesia, del pasado octubre! Pero vendrán, y os lo haré saber cuando estén listos.