Vente a mi palomar, nena
Ayer estaba sentada leyendo y de vez en cuando levantaba la vista del libro para admirar la luz dorada de invierno sobre las copas de los pinos, cuando de pronto creí haber tenido una alucinación: hubiera jurado que una bandada de papagayos acababa de pasar volando visto y no visto por delante de mi ventanal. Leer más …