El 3 de enero, miércoles, fue un día asombroso de luz y claridad. Increíble disfrutar de un día así en pleno invierno. La salida a recorrer el sendero que va desde Cala Reona al mirador de Punta Negra, desde el que se divisan las salinas y las playas de Calblanque, la teníamos planeada desde hace rato. No pudimos tener mejor suerte con el tiempo que nos hizo. Ya mencioné esta excursión en mi entrada anterior. Creo que vale la pena que comparta las bellas imágenes que pude captar de lo que es el paseo más bonito que haya hecho nunca. Es admirable que no hayan conseguido cargarse esta zona, si bien me dicen mis amigos que Cala Reona ya no es lo que era…. No vale la pena lamentarse, sino disfrutar lo bello que hay. Incluso las cascadas de escombros de mineral pueden darte un fondo dramático para una imagen impactante, con sus colores ocre. La zona es fascinante. De aquí se extraía mineral muy rico en plata, parece ser que desde los tiempos de los cartagineses. Hay pozos y vestigios mineros por doquier. Me dió por pensar en lo penoso que debía ser el trabajo en las minas, a pesar de tener justo al lado esas playas que hoy consideramos un lujo, algo que probablemente a aquellos mineros les costaría entender.
Soy, claro está, una enamorada del mar. He buceado por todo el mundo, muy poco en nuestras aguas, pero todo se andará, con calma. La parte marítima de mi Murcia la tengo muy mucho por explorar. Este paseo ha sido realmente un capítulo memorable de esta tarea tan placentera. Espero que os gusten y os animo a pasear por el borde de nuestros acantilados y admirar los azules del mediterráneo murciano.
Cala Reona. Aquí empieza el paseo. Maravillosos azules en un día de mar en calma y agua clarísima.
Acantilados en Cala Cocón.
Cuevas a pié de playa en Cala Cocón. En esta cala se estudian vestigios de minería púnica.
Los ocres de mineral de pirita.
Cala Dorada, también llamada de los Dentoles. Había gente bañándose, visitantes venidos del norte, que decían encontrar el agua estupenda, como la de Cantabria en verano. Nosotros sureños no nos atrevimos.
Si no fuese tan friolera! Quedamos para septiembre, prometido!
Calblanque, desde el mirador de Punta Negra.
Las playas de Calblanque.
En el camino de vuelta, me llamó la atención un matorral costero de colores dorados como la arena de las calas. En primavera tiene que estar precioso de flores, de modo que habrá que volver entonces. Por ahora, mi Paul ofrece galante una flor silvestre de invierno a mi amiga del alma, en plan – como dice ella – Flower Power total.
Esta flor de cardo, para que luego usen su nombre para insultar. En fin. Espero que os hayan gustado. Hasta pronto!
Que bonitas imágenes y que sentido comentario, como se nota la murcianía de la autora que está descubriendo las playas salvajes de su tierra con todo el cariño que le pone a sus cosas. Ya verás en primavera como aun te maravillarás mas.